El placer de beber vino aumenta en la misma proporción en que se incrementa su precio, no importa cual sea su calidad, revela un estudio publicado ayer por la revista "Proceedings of the National Academy of Sciences". La carne más cara será la más sabrosa, los vinos con precios más elevados serán los de más calidad, o como mínimo eso cree la mayoría de personas. El precio que se le pone a un producto influye directamente en las expectativas sobre sus cualidades y en la satisfacción que se obtiene al consumirlo, un truco de marketing que juega con la subjetividad y sabe manejarla para que el individuo pague más por algo que quizás no lo merece y además se quede tan contento.
Más. lavanguardia.es; la vanguardia.es; swissinfo.ch
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